Hace unos días, aparecieron bajo la escalera unas viejas cajas olvidadas con varios cientos de miniaturas de los años 70... ¡Mis primeros gladiadores!
Estos cinco luchadores eran, por decirlo de algún modo, de difícil clasificación (como un thraex con un sable inapropiado, y un retiarius protegido por una galea). No faltaban esclavos condenados a las fieras, cuadrigas, ni el mismísimo emperador. ¡Igual que en Gladiatoris!
Formaban parte de una gran colección de soldados romanos que empecé a pintar con seis o siete años; sin duda, para que se parecieran a los fabulosos egipcios pintados por mis padres, los cuales adornaban un gran templo con sillares de tiza.
El tiempo ha despintado el plástico blando, y no quedan ni las ruinas de aquel templo... Pero fueron los primeros culpables (de la mano de mis padres) de esta afición por el mundo romano y los munera.
Salud y suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario