Día 0.
Los carros de bueyes que transportan los esclavos y fieras están de camino hacia el norte. La enorme jaula del rinoceronte se tambalea, asustando a las bestias de tiro. Tras numerosas jornadas de viaje desde el desierto africano, el destino está ya muy cerca. Mañana es el gran día.
Día 1.
Al mediodía, dan comienzo las exhibiciones de gladiadores y fieras. Los participantes de estos pequeños combates tratan de atraer al público para la gran competición del siguiente día. El Lanista Máximo (Luis) se viste con su mejor túnica.
Se disputan tres partidas, de tres jugadores cada una.
En la primera, participan los Escudos Grandes (rojos), los Escudos Pequeños (verdes) y los Egipcios (jade). Obtienen la victoria los Egipcios.
En la segunda, participan los Acróbatas (naranjas), Escudos Grandes (rojos) y Escudos Pequeños (verdes). En esta ocasión, ganan los Acróbatas.
Y por la noche, se enfrentan otra vez los Escudos Grandes (rojos), contra Sin Escudo (azules) y Acorazados (blancos). Ganan los Acorazados, dejando la jornada en muy mal lugar a los tres equipos básicos (rojos, verdes y azules). Parece ser que los jugadores con la valentía de probar a los equipos más exóticos, también tuvieron más ganas de ganar.
Día 2.
El anunciado torneo de gladiadores da comienzo, y doce lanistas apuestan a sus mejores guerreros y fieras. La competición será sangrienta, y los combates finalizarán al anochecer. Sólo uno de ellos se llevará la preciada estatuilla de oro y la palma de la victoria.
Primera Ronda
Participan doce jugadores, sólo una mujer entre ellos. Siete se enfrentan a las reglas por vez primera, tres de los cuales repiten después de las partidas de iniciación del día anterior, y los dos últimos son consumados jugadores: Zubi, gran ayuda en la redacción final del reglamento, y Guillermo, la estrella del vídeo oficial del juego. Pero no hay favoritismos, más allá del capricho de los Dioses.
Los Celtas (cobrizos) de Enrique ganan su partida. También los Escudos Grandes (rojos) de Nacho, terminando con la mala racha de victorias de la anterior jornada.
Nuestro amigo Guillermo, con los orgullosos Caballeros (dorados), sufre una estrepitosa derrota...
Antonio en cambio, con los Cazadores (amarillos), consigue las dos palmas de la prueba y un montón de sestercios. El Oso campa a sus anchas en el centro del anfiteatro.
El mejor resultado, sin embargo, es para Diana, que juega con los Morituri (negros). Su Cocodrilo devora a todos los luchadores, incluidos los de su propia caserna.
Segunda Ronda.
Al mediodía, se juegan las semifinales, con una pequeña parada entre prueba y prueba en la que se arrojan panes a los espectadores con una ingeniosa máquina, y bellas esclavas escancian vino especiado a costas del procurator.
La arena se inunda con un río artificial, cruzado por dos estrechos puentes. Pero el río no es de agua, sino de aceite, y en cualquier momento puede arder, así que cruzarlo es una osadía muy peligrosa.
En la segunda prueba, las trampas de lanzas arrasan la arena, y la lucha no es muy larga. Estas despiadadas trampas surgen de improviso en cualquier parte, y pueden var un vuelco al combate.
Final.
Y cuando el sol empezaba a declinar, los cuatro mejores lanistas, los más afortunados, se vieron de nuevo las caras en un último combate.
Diana, que repite con los Morituri (negros), tiene mala suerte en la primera prueba, y sus gladiadores ya no consiguen levantar cabeza en las demás.
En la segunda prueba, un terrible Hipopótamo surge de las aguas de un pantano artificial. Estos monstruos son mucho más rápidos y peligrosos de lo que su aspecto manso y atontado sugiere.
La prudencia, los nervios y la fatiga alargaron la tercera prueba hasta bien entrada la noche. Esta prueba final lo decidía todo, y la rivalidad entre los Legionarios (broncíneos) de Antonio, y los Sin Escudo (azules) de Enrique, favoreció a los Acróbatas (naranjas), controlados por Zubi. Con sus largas varas de madera se ensañaron con los Morituri (negros), mientras los otros dos equipos se machacaban entre sí. Y al final, la gran estrella de la arena (y vencedora de no pocas finales), el acróbata Contraretiarius, terminó de un certero palazo con el último de los Legionarios, atrapado el pobre en un foso con serpientes...
La rivalidad se queda en la asena, y los dos grandes jugadores se saludan como hombres de honor.
Día 3.
Después de más de trece horas seguidas, el Lanista Máximo se encontraba algo indispuesto (completamente afónico), y el sábado el anfiteatro mantuvo cerradas sus puertas.
Día 4.
Gran entrega de premios, en la que fue investido Zubi con la palma de la victoria. El hecho de que sea el director del vídeo oficial del juego no tiene nada que ver en su victoria, pero lo cierto es que ya acumula un montón de puntos de experiencia a sus espaldas...
Aquí levanta la preciada estatuilla, que ya está de vuelta en Madrid. Espero que nos envíe una foto de ella.
Iugula!